Atletismo-Olimpico HAROLD IGLESIAS MANRESA
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Una combinación que muchos pudieran pensar se da fácil. Pero con el paso de los años lograr estabilidad resulta complicado en cualquier deporte, independientemente de la longevidad que pueda encerrar una disciplina X, como el lanzamiento del martillo, la que nos atañe hoy.

Ciertamente eso ha logrado con total maestría la camagüeyana Yipsi Moreno (19 de noviembre de 1980), quien comenzó en el atletismo lanzando el disco a los 12 años, luego se pasó al martillo y confesó que ha vivido para él.

¿En qué se traduce esa entrega? En un asombroso palmarés que incluye dos títulos mundiales Edmonton 2001 (70.65 metros), París 2003 (73.33), junto a otras tantas preseas de plata, Helsinki 2005 (73.08), y Osaka 2007 (74.74). En su arca también atesora par de subtítulos olímpicos: Atenas 2004 (73.36) y Beijing 2008 (75.20). A eso sumémosle un rosario de éxitos en circuitos Challenge, tres cetros y una plata en Juegos Panamericanos, todo esto sintetizando 15 años como huésped ilustre de la elite universal, y con la condición de ser la única mujer martillista, desde la inserción de la modalidad en Sydney 2000, capaz de acceder a la final olímpica en cuatro versiones, pues en Australia fue cuarta (68.33) y en Londres ancló sexta (74.60).

Durante las últimas dos semanas coincidimos en varias oportunidades con Yipsi en el Estadio Panamericano, observamos su rutina diaria durante los entrenamientos y con esa sonrisa que siempre asoma, accedió a conversar con Granma.

¿La fórmula para hacer coexistir triunfos con longevidad?

La entrega, cuando comencé en el equipo nacional estaba Norbis Balantén, fue mi guía a la hora de inculcarme esa dedicación y sacrificio. Hay mucho de sus consejos en la deportista que soy hoy. Con el paso de los años fui combinando esa entrega con el perfeccionamiento de la técnica, algo que heredé de mi mentor Eladio Hernández, uno de los martillistas más técnicos de Cuba.

A propósito de Eladio… ¿Crucial la química entre ambos?

Eladio es una estrella, si existiera la perfección en una pareja entrenador-atleta, esos seríamos nosotros. Es meticuloso, siempre profundiza el componente técnico, nos pone muchos videos, ejercicios de imitaciones. Es sumamente conocedor. En estos 15 años hemos crecido ambos, yo como atleta y él como entrenador. Puedo decirle padre, amigo, mentor, todo eso significa para mí.

El camino hacia esa maestría, grandes momentos, sinsabores…

Soy de esas atletas que, sin importar donde esté, siento el movimiento, simulo giros en mi mente, a veces me he sorprendido en la cola de un guardabolsos intentando girar y oscilando la cartera. Ese gesto inicial antes de cada envío en competencia justamente lo atribuyo a eso, es una representación previa.

El momento más feliz de mi vida, el nacimiento de mi hijo Abdelito; en el plano deportivo, todos los grandes resultados. En cada uno de ellos he sentido que he dado lo mejor de mí. Atenas fue mi momento gris, por mis actuaciones del ciclo tenía ese compromiso con el pueblo, la presión de ganar. Los nervios me traicionaron, lloré cantidad, saqué experiencias y me impulsaron muchísimo las palabras de Fidel a mi regreso, cuando bajé del avión.

Equilibrio atletismo-hogar.

He tenido el apoyo incondicional de mi familia para conseguirlo, mi esposo Abdel Murguía fue martillista, actualmente es mi fisioterapeuta, con él tengo total comunicación, al igual que con mi madre Mercedes, ella ha sido indispensable, especialmente después del nacimiento de mi hijo. Son mi soporte.

¿Por qué el retorno?

Cuando nació Abdelito, me marché sin presión, regresé precisamente para que conociera a qué se dedica su madre, ha sido mi inspiración en este retorno. Claro, con tantos años instalada en la elite debía aspirar a la cúspide. En ese 2011 debuté con 69 metros y terminé sobre 75.

¿Hasta cuándo nos alegrará Yipsi? ¿Confianza en el relevo?

Este será mi último año. ¿Aspiraciones?, las de siempre. Buscar una medalla en el Mundial de Moscú (entre el 10 y el 18 de agosto). Con 32 años los entrenamientos llevan menos volúmenes de carga y se torna esencial el fortalecimiento de todos los planos musculares, el trabajo en la playa, en mi caso para no sufrir problemas de lesión como los del 2012. Estuve afectada en la región lumbar y hasta dos semanas antes de los Juegos Olímpicos no me recuperé. Llegué fuera de forma, pero no salí triste de Inglaterra, necesitaba más de 74.60 para ganar, el martillo femenino se ha desarrollado muchísimo en los últimos años.

El relevo hoy está en mejores condiciones que un año atrás, las figuras jóvenes tienen deseos, ímpetu, condiciones y disciplina. Así recogeremos bastante de Arriannys Vichy (23 abriles), Yurisleidys Ford (20) y Eliannys Despaigne (15).

Así se despidió esta atleta, con un disparo por encima de los 76 metros, el de la realización plena, su sonrisa y una vez más dando lo mejor de ella.