Por: Lilian Cid Escalona

Mo Farah no es británico, pero es un ídolo de masas en el Reino Unido. Se ha ganado los fans a golpe de excepcionales actuaciones en las distancias más largas que se corren en la pista. Hoy, fue otra noche de lujo para él, cuando se convirtió en el primer campeón del Mundial de Atletismo que acoge Londres. Fue profeta en su tierra al dominar los 10000 metros en una batalla de altos quilates.
Otra vez resistió el embates de todos los africanos que disputaron la prueba. De los que corren por sus naciones de nacimiento y de los que lo hacen por otras tantas. Lo atacaron los kenyanos, los ugandeses, los etíopes, los eritreos, los estadounidenses y pudo con todos. Con su ya habitual sprint de velocista, a falta de unos 150 metros para la meta, se despojó de los que aún le acompañaban y cruzó primero por ella, con tiempo de 26:49.51 minutos que constituye el segundo mejor crono en la historia de los campeonatos del mundo (solo superado por los 26:17.53 minutos logrados por Kenenisa Bekele en Berlín 2009).

Le escoltaron el ugandés Joshua Kiprui Cheptegei con 26:49.94 y el kenyano Bedan Karoki Muchiri con 26:50.60 minutos. Fue una prueba rápida; rapidísima. Los siete primeros hombres bajaron de los 27 minutos.

Así, Gran Bretaña logró su primer título y Farah el sexto oro mundial de su carrera. La gloria es un lugar habitual para este chico que nació en Mogadiscio el 23 de marzo de 1983. Un fondista de lujo, que ha ganado dobletes (5000 y 10000m) en los últimos dos campeonatos mundiales y en los últimos dos juegos olímpicos. Un tipo carismático, que puede emular a Bolt en lo atlético y también en lo mediático. Un hombre que se ha perfeccionado a sí mismo para demostrar que no siempre el trabajo en equipo es la clave del éxito.

Por cierto, Mo es somalí, aunque es justo decir que su desarrollo deportivo se produjo en Europa. A Gran Bretaña llegó a principios de los ´90, con ocho años, intentando escapar de la guerra y sus nefastas consecuencias. Con su padre y otros dos hermanos se estableció y comenzó a cultivarse como deportista hasta convertirse en uno de los mejores atletas, no solo de su país, sino del planeta.

Mo tiene un hermano gemelo, Hassan. Vive, en la ciudad somalí de Hergeisa con su mujer y sus cinco hijos, orgulloso de cada una de las victorias de su hermano con el que no tuvo comunicación hasta 2013. Subsiste , acompañado por el vacío que quedó en su corazón desde el día en que fueron separados y también, de la eterna añoranza por saber qué hubiera pasado si la vida los hubiera dejado transitar por el mismo camino.

“Éramos unos chicos deportivos –recuerda Hassan en una entrevista que ofreció al rotativo británico Daily Mail- Mo y yo jugábamos al fútbol en las calles y corríamos mucho persiguiendo a otros chicos. Siempre derrotábamos todos. Llevamos los mismos genes, ¿quién sabe en que podríamos habernos convertido?….Podríamos haber sido los famosos gemelos olímpicos. Quién sabe….

(Especial para Cubahora)