Por Eddy Luis Nápoles Cardoso

Hoy la humanidad se debate ante la presencia del Covid-19, una pandemia que, a pesar del osado ingenio humano, se ha continuado expandiendo por todo el mundo y hasta el momento, no se avizora un declive en su curva de rendimiento. Ya el virus ha “cobrado” la vida de unas 47 mil personas alrededor del mundo y, lamentablemente, otros miles más, pudieran engrosar la lista.

A diferencia de otras epidemias (cólera, ébola), el Covid-19 se ha difundido rápidamente, invadiendo la mayoría de los países, mostrándose con una letalidad de 4.7 personas, por cada 1000 contagiadas. Para este virus, aparecido en diciembre de 2019, en Wuhan, China, hasta el momento no se ha podido encontrar un antídoto capaz de neutralizarlo, donde solo el aislamiento social puede evitar su propagación, pero al no contarse con un agente inmunizante, toda la población mundial, siempre estará en riesgo.

Ante este panorama, cuando no se observa en el horizonte científico un posible “stop” a esta fulminante enfermedad y el “mundo” está semiparalizado, lo menos que se debe hacer, es ponernos a tono con la realidad que nos continúa golpeando cada día.

No son tiempos para estar pensando, (COI) que si Tokio 2020, será ahora, del 23 de julio, al 8 de agosto de 2021, que si la temporada de la NPB se jugará a puertas cerradas, que si habrá acción en la MLB o que sí el mundial de atletismo de Eugene, se traslada para el 2022. Ahora es el tiempo de enfrentar al Covid-19, la enfermedad que invade a la humanidad y cobra una vida, cada minuto, es el momento de contener esta pandemia, es el período de colaborar mitigando sus efectos en cada región o país.

Que objetivos, tendría realizar la temporada de la NPB a puertas cerradas, pero se arriesgarían los jugadores (béisbol) a participar, quien les garantiza la seguridad de no contagiarse. Lo propio pudiera ocurrir con los Juegos Olímpicos, ya fijados para el 2021, estos van a sufrir las consecuencias directas del Covid-19, pues, en el mejor de los casos, que se puedan celebrar, la asistencia se verá mermada, en atletas y mayor medida, en aficionados.

Estos señores, que hoy rigen los destinos del deporte, a todos los niveles, se han puesto a pensar en la duración que este azote epidémico pueda tener y en las secuelas que dejará, una vez vencido, pero voy más allá, habrán imaginado por un segundo, que se llegara al peor de los escenarios, al que esta pandemia pudiera llevar al mundo, con solo dos ejemplos ilustraré el caos total; se paraliza la producción alimentaria y la extracción petrolera.

Entonces, para el COI y el resto de la entidades deportivas, es el momento de despojarse de todos los intereses específicos, individuales, particulares y ponerlos a disposición de la humanidad, al servicio de la ciencia, de la medicina, porque ahora la prioridad número uno es preservar la especie humana, lo demás, es secundario. Salvando la humanidad, regresará la normalidad y el deporte volverá a ocupar su lugar, igual al resto de las actividades.

Es el momento de aglutinar esfuerzos, voluntades y también recursos para detener esta pandemia, de unirse y pensar por todos, no por uno, antes de que sea demasiado tarde.