Por: Lilian Cid Escalona

La  Asociación Europea de Atletismo (EAA, por sus siglas en inglés) ha presentado en la reunión del Consejo Europeo de Atletismo una propuesta que podría eliminar una serie de marcas de interés para la historia del campo y pista. Los europeos sugieren revisar todo lo que sea posible en aras de garantizar la veracidad del desempeño de un atleta y ello comienza por certificar la integridad de las actuales plusmarcas de su continente (y del mundo).

Su meta es, y cito del informe divulgado por el Equipo de Proyecto sobre Credibilidad de los Récords de Europa, “Restablecer la confianza del público y la credibilidad de nuestro deporte”, algo que catalogan de “crucial para un futuro de éxito”.

Visto así, es perfecto; lo que sucede es que el programa antidopaje (como el dopaje en sí) se ha perfeccionado a través de los años y hay cuestiones que exige este procedimiento que son imposibles de cumplir. Tal es el caso, por ejemplo, de que “Parte de la muestra del control de dopaje de cualquier récord debe ser almacenada y disponible para retesteo durante 10 años”; una medida que hoy se utiliza pero cuya puesta en práctica data de 2005. Por ello, aceptar la idea de la entidad que preside Svein Arne Hansen implicaría, necesariamente, prescindir de unos cuantos registros de leyenda que no podrían verificarse de acuerdo a las nuevas disposiciones. Exactamente, 26 de las 47 pruebas olímpicas verían afectados sus récords.

La propuesta se sustenta en argumentos que refieren, en términos generales, que hasta esta fecha no se llevaban a cabo controles eficientes contra el dopaje, por lo que no se puede asegurar que esos registros se hayan conseguido de manera legal. Pero, ¿acaso podemos garantizar que el resto, es decir, los que se consiguieron más cercanos en el tiempo sí? Esa es la mayor interrogante pues, a fin de cuentas, todo mundo es inocente hasta tanto no se demuestre lo contrario.

En consonancia, desde que trascendió la noticia, el universo atlético anda patas arriba. Las reacciones llueven, y entre ellas destacan las de los protagonistas. Quienes, como es lógico, se han manifestado en contra de la implementación de la variante europea.

Los recordistas Paula Radclife, Carolina Klüft, Jhonatan Edwards son algunos de los que reaccionaron inmediatamente, oponiéndose a la posibilidad de poner en marcha este proceso. El que, dicho sea de paso, cuenta con el visto bueno de su coterráneo Sebastian Coe, máximo responsable de la IAAF.

“Habrá atletas, que ostentan actualmente récords, que pensarán que estamos reinscribiendo la historia, que se les retirará algo”, admitió Coe. “Pero es un paso en la buena dirección y si se hace de manera estructurada, tendremos una buena oportunidad de recuperar la credibilidad en este apartado”.

También desde Cuba, Ana Fidelia Quirot y Javier Sotomayor mostraron su recelo para con este nuevo “esfuerzo”. Y es que darle el sí a esta cuestión sería, como bien dijo “El Soto” en entrevista con el colega Enrique Montesinos que publica el diario Granma, “picar la historia a la mitad”.

Cierto es que avanzar en este sentido haría caer buena parte de esos registros dudosos, casi imposibles, que empañan los listados de desempeños más destacados toda vez que nadie ha logrado ponerlos verdaderamente en peligro. Sin embargo, también significaría borrar de golpe y porrazo muchos de los mejores saltos, disparos y tiempos y con ellos sus autores, que pasarían, inexorablemente, a ser parte de la historia desechada del atletismo mundial. Es complicado, en verdad.

Por el momento, solo es una idea. El proyecto de la AEA debe someterse a aprobación global, lo que sucederá durante el Congreso de la IAAF que tendrá lugar en Londres, días antes del Campeonato Mundial que acogerá la ciudad del Big Ben en agosto próximo. Claro, habrá que estar listos para asumir lo que venga, porque está demostrado que puede pasar de todo. El atletismo continúa revuelto, yo diría que demasiado.

(Especial Cubahora)