Por Lázaro Ernesto Arias Yusta
Para Deporcuba
Hace solo 30 años que en Japón se profesionalizó el fútbol, pero hace unas cuatro décadas que sueños como derrotar a Alemania se vienen dibujando.
El primer manga sobre un japonés que soñaba trascender en el fútbol se llamó Captain Tsubasa. Se publicó en 1981. Dos años después se transformó en anime y su última edición se transmitió en 2013 cuando cumplió su objetivo: obsesionar a millones con perseguir un balón, mantener una liga de 290 millones de euros que renta a estrellas como Dunga, Zico o Stoichkov.
Si la derrota de Argentina animó al príncipe saudí a declarar feriado, algún gen no desarrollado en occidente le impide a la barra samurái siquiera celebrar sin antes recoger los desechos que generaron durante el partido.
Ni Budweiser vende cerveza en los estadios de Catar, ni Alemania olvida el naufragio en Rusia. El Bayern calcula que en el Allianz Arena se han vendido, por encuentro, unas 40 mil cervezas. Ver fútbol sin beber fermentados, no medró el amargor de otra remontada.
Alemania pagó con creces los momentos tímidos de su saga y el desempeño del arquero samurái. Cada desperdicio alemán fue rehusado en su contra: Japón sólo tuvo el balón el 26% del partido y remató 4 veces al arco.
Quién sabe si algún día el fútbol sea un deporte de 11 contra 11 donde ganen los que se queden a recoger la basura.
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