Entre historias contadas para hacer reír, juegos en el barrio y un amor profundo por su familia, Raúl Trujillo fue formando una filosofía de vida que lo sostiene hasta hoy. Más que un entrenador, es un educador, un guía, un hombre que eligió —en medio de las ausencias, los sacrificios y la lucha— ser feliz.

Hoy nos sentamos a conversar con él, sin apuros, sin esquivar emociones. Aquí, el ser humano detrás de las hazañas.

¿Qué significa para usted la palabra “disciplina”?

RT: Disciplina es todo. Siempre he dicho que la vida es angosta como el filo de una navaja: si te sales, caes al abismo. Para caminar por ahí, necesitas concentración y disciplina. Es lo que te abre el camino, te permite planificarte, evitar errores. No es solo cumplir órdenes como un robot, es entender por qué haces lo que haces. Mijaín, por ejemplo, es un campeón porque ha tenido una disciplina férrea.

¿Cuáles son los valores esenciales para formar a un joven atleta?

RT: Primero, el ejemplo personal. Ellos deben sentir que uno está ahí como educador. Yo tuve entrenadores soviéticos que marcaron mi vida. Uno de mis hijos lleva el nombre de uno de ellos. También mi padre fue un gran ejemplo. Y por supuesto, Martí: una figura esencial en la formación del ser humano.

¿Qué se ha perdido en la formación integral del deportista cubano?

RT: En mi etapa como atleta nos llevaban a museos, al teatro, nos enseñaban a comer. Yo pinto, disfruto la música, la naturaleza. Hay que vivir la vida propia antes de pretender vivir la de otros.

¿Qué papel ha jugado la familia en su vida?

RT: Es la base de todo. Salí de mi casa con 11 años y sigo becado. Mi familia me formó. Mi padre educaba mucho, mi hermana fue diputada con 14 años. En casa se nos enseñó a respetar cualquier oficio, a buscar la excelencia.

¿Cómo ha sido su relación con Mijaín López?

RT: Es un símbolo.

¿Tuvo dudas antes de los Juegos Olímpicos?

RT: Nunca. A pesar de sus lesiones, sabía que ganaría. Su familia dudaba, pero yo tenía el control. Bartolo me dijo: “Tú eres su papá ahora”.

¿En qué se basa su modelo de entrenamiento?

RT: En la adaptabilidad. No somos robots. Hay ciencia, biomecánica, pero también sensibilidad. Planificamos con conciencia.

¿Cómo recuerda el momento de su retiro?

RT: Dolor y orgullo. Cuando dejó las zapatillas en el colchón… se me cayó el mundo.

¿Fue usted también atleta. Qué lecciones guarda de esa etapa?

RT: Cuando me sacaron del equipo sin explicaciones. Tenía 23 años. Gané con una rotura de ligamento y luego me borraron. Mi esposa fue mi luz en ese momento.

¿Cómo se construye la confianza con un atleta?

RT: Con estudio, respeto, análisis. Haciendo que el atleta entienda que todo tiene sentido.

¿Por qué le gusta contar historias?

RT: Me encanta. En Flores me reunía con la gente. Contaba cuentos, a veces inventados. Para hacer reír, para alegrar.

¿Qué opina del rol del entrenador?

RT: Es ingrato. Te sacrificas, te alejas de la familia y a menudo no se reconoce tu papel. Pero sin entrenador no hay campeón.

¿Cómo ve el presente de la lucha en Cuba?
“Pongo un SOS. Hay valores, pero se están perdiendo cosas. Fuimos al Panamericano con solo tres representantes. Hay problemas que resolver.”

Sprint Final:

  • Un luchador que le marcó: Mijil
  • Otros dos: Philipto y Manza
  • «Corral Falso de Macurijes»: Mis abuelos, mi infancia, mi tierra
  • Una palabra para la lucha grecorromana: Sacrificio
  • Momento más feliz como entrenador: La quinta medalla
  • Decisión más difícil: Separarme de mi familia
  • Un día que volvería a vivir: Los abrazos del pueblo
  • Lo que nunca faltó en sus entrenamientos: Voluntad
  • La enseñanza más grande: La vida es un teatro
  • Si no fuera entrenador, sería: Médico o biólogo
  • ¿Se queda o se va? Me quedo. Mientras tenga fuerzas, estoy con los míos.

— Si pudiera escribir una frase en el Cerro Pelado: «Mi razón de ser es la lucha.»

— Y si tuviera que definir su vida en una palabra: Amor.