Por: Joel García León / Fotos: Erick Daniel Garay
El nombre de la judoca Dayaris Mestre estará asociado para siempre al 11 de julio del 2015 y a Toronto. Su pequeña figura, su grito de “3,14” al final del combate contra la argentina Paula Pareto levantó a más de un cubano de los asientos. Y aunque los Juegos Panamericanos de Toronto acaban de empezar, las emociones y las sorpresas adelantan jornadas difíciles de olvidar.
A Dayaris la he visto llorar de impotencia por derrotas en los últimos segundos. Así sucedió contra la propia Pareto en la discusión de la corona en la cita continental de hace cuatro años en Guadalajara, México. Así ha ocurrido en otras lides continentales y hasta en campeonatos mundiales, en los cuales ostenta el quinto lugar de Chelyabinsk 2014 como su talismán más preciado.
Sin embargo, la espirituana saltó y lloró este 11 de julio porque ella sabía que se sacaba del pecho una de sus más viejas espinas en el deporte, quizás la más atravesada en América, por delante incluso de otra bien conocida como la brasileña Sarah Menezes, ausente ahora, pero a la que paradójicamente ha vencido en más ocasiones que la argentina.
Su división (48 kilogramos) necesitaría un premio adicional, como todas las divisiones pequeñas en los deportes de combate. Nadie se imagina cuántos chocolates, helados, golosinas y hasta vasos de agua deja de tomar Dayaris para mantener ese peso y vencer a su primera rival —la báscula— horas antes del combate inicial. Y la he visto correr, correr y correr forrada de abrigos para rebajar unas onzas porque ninguna judoca cubana puede perder si no es sobre el tatami.
El programa montado por los anfitriones canadienses quiso que fuera el judo la primera disciplina que le regalara un título a Cuba. Y hay que decirlo con sinceridad: el pronóstico de Dayaris no era dorado, sino simplemente llegar al podio. Pero la historia pasada y presente se cansa de hacer añicos estos vaticinios cuando de nuestros judocas se trata, como lo hicieron también los debutantes Gretter Romero (52 kg) y Yandris Torres (60 kg). ¡Qué judo, pero qué judo!
Por supuesto, el primer día de entrega de medallas en Toronto tuvo otros nombres ilustres para Cuba, las cuatro kayacistas (Daniela Martín, Yurieni Guerra, Lisandra Torres y Jessica Hernández) que terminaron con una plata inesperada y un gimnasta santiaguero, Manrique Larduet, presto a ganar más de tres oros y, por supuesto, ser el centro de esta crónica diaria al hecho o persona más destacada de nuestra delegación.
Pero la primera dorada siempre es la primera. Y ese hechizo, esa imagen, esa vida, la conquistó una mujer con nombre de flor Dayaris, quien más de una vez me ha recordado: “¿Y cuándo llegará una entrevista para esta pequeña?”. A su regreso será palabra de honor y empeño cumplido.
Por el momento estas líneas tienen su nombre y un abrazo de pueblo, el mismo que ella le regalara en primicia al profesor Veitía cuando bajó campeona del tatami e hizo recordar otros similares de Legna Verdecia, Odalis Revé, Driulis González, Sibelis Veranes, Daima Beltrán, Amarilis Savón, Estela Rodríguez y muchas tantas.
Cada día habrá nombres y hazañas deportivas cubanas para contar. Desde la ciudad de Toronto la inspiración periodística encuentra por estos días su mejor pretexto para hacerlo. Y Dayaris fue la primera. ¡La primera!.
Si ya merecia unas lineas esta chica. Gracias