Por: Henry Moraless / El Palco

Por los terrenos de voleibol de la Universidad de Cultura Física y Deportes de La Habana, camina con pasos pequeños y cansados un hombre alto de piel morena. A su hombro lleva colgado un bolso lleno de balones desgastados por las canchas de cemento para efectuar la clase correspondiente al día. Varios alumnos lo esperan en el área bajo el ardiente sol que golpea a todo su esplendor. Los estudiantes lo conocen tan solo como Sarmientos y alguno que otro deduce fue miembro del equipo nacional, pero la verdad es que muchos desconocen la magnitud real de la figura de Abel Sarmientos.

Nacido en una tierra que ha sido cuna de excelentes voleibolistas, Abel Sarmiento llegó al mundo el 22 de Julio de 1962 en la provincia de Camagüey. Desde pequeño destacaba por encima del resto de los niños de su edad gracias a su altura y cualidades físicas.

Llego a la preselección nacional muy joven y con tan solo 19 años ya estaba participando en unos juegos multideportivos. En el año 1981, Abel era miembro del equipo Cuba que competiría en los XI Juegos Mundiales Universitarios con sede en Rumanía. Ya iba marcando su estilo en la cancha, agresivo al ataque, inteligente en las jugadas y su característica fuerza en el salto le hacían ser objeto de las miradas de expertos y adeptos al Voleibol.

Formaba parte de una generación dorada que estuvo en la élite del voleibol mundial durante los finales de los 80 y principios de los 90. En esas escuadras cubanas comandadas por el DT Orlando Samuels resaltaban nombres que al escuchar los aficionados al voleibol es inevitable que se les erice la piel. Joel Despaigne, Rodolfo Sánchez, Ihosvany Hernández, Manuel Torres y Raúl Diago eran los compañeros de batalla de Abel en la cancha.

Joel Despaigne a la izquierda y Abel Sarmientoa a la derecha.
Joel Despaigne a la izquierda y Abel Sarmientoa a la derecha.

Era un tipo más que respetado en los vestuarios y siempre estaba dispuesto a brindar su ayuda. Uno de sus compañeros de equipo, Ihosvany Hernández al ser interrogado por su opinión sobre Abel nos comentó:

– Abel fue uno de los culpables de que yo me enamorara de este deporte, fue era como un tío o hermano Mayor para mi. Era un jugador muy y, de los mejores del mundo entre 1986-1994. Todo lo que hacía dentro del terreno lo hacía muy bien.

Sus mangas dobladas hacia arriba su mirada fija e intimidante, provocaba que todos los receptores rivales temblaran al ver al número 10. Cuando despegaba del suelo con sus brazos extendidos parecía estar más cerca del cielo que cualquier otro mortal y su potente remate parecía ser un castigo divino de los dioses del olimpo le otorgaban a quien se interpusiera en el camino de la pelota. Su saque a pesar de no llevar tanta fuerza era un floating endemoniado. Según Ihosvany:

-Era muy temido por todos,el daba un pasito al frente y después le pegaba a la pelota que la hacía flotar para donde él quería.

Un triunfador nato que se cansó de alzar trofeos NORCECA y que estuvo presente en la conquista de la Copa del Mundo de Japón 1989. En una final candente donde derrotaron al que era el mejor equipo de voleibol del mundo, Italia. Pero la vida le dio el desquite a los azurri un año más tarde en el Campeonato Mundial de Brasil 1990.

Sarmientos vió como se le escapaba de las manos coronarse y la impotencia se apropió del elenco nacional sumido en lágrimas por la derrota ante el conjunto que encabezaba Andrea Lucchetta. Válido destacar también los subtítulos obtenidos en las célebres ya extintas Ligas Mundiales de Voleibol en los años 1991 y 1992.

Barcelona 92 fue la oportunidad de llevarse una medalla olímpica pero lamentablemente le fue negada. El conjunto criollo venció en la fase de grupos a los conjuntos de Holanda, Argelia, Corea del Sur y el Equipo Unificado, mientras que cayó frente a la nómina de Brasil. Como segundos del Grupo B en cuartos se medían ante España a la cuál arrollaron de manera convincente y en semis esperaba Holanda. Todo presuponía una victoria, pero quizás la confianza le jugó una mala pasada a Sarmiento y compañía. Los tulipanes dejaban a Cuba fuera de la disputa de la Medalla de Oro y en el duelo por el tercer puesto sufrieron la remontada del elenco de los Estados Unidos para de esta manera tan solo adjudicarse un diploma olímpico.

Puso fin a su carrera con la selección en el año 1994 y de ahí en adelante comenzaba una nueva etapa de su vida que le fue condenando poco a poco al olvido. Cumplió varios acuerdos de colaboración, comenzó a residir en La Habana, pero ya no era lo mismo. Ahora pasaba de ser un atleta aun mero espectador por la televisión del Voleibol. Quizás salto más que nunca cuando se ganó la Liga Mundial del 98, tal vez las malas palabras eran habituales frente al televisor cuando después del éxodo masivo en Amberes, quedó un equipo Cuba diezmado y sin nivel, en el que las derrotas eran más que habituales.

Sarmientos con el #10 en la espalda

Hoy se pasea por la universidad sin esa gallardía que le caracterizaba y va a paso de jubilado en el trayecto que separa el Fajardo de su casa en Palatino. En ocasiones me cuestiono que hay de cierto en el plan de atención a las glorias deportivas y por qué tantos atletas después de retirados son presa del anonimato. Sarmientos es otro de esoas estrellas que pasa desapercibida, tan solo vale buscar su nombre y no encontrar nada escrito sobre su vida. El número 10 tiró todos sus remates en el tabloncillo y pareciera que dejó toda su fuerza en el último ataque.