Eyleen Ríos/ Jit
Con apenas 16 años el cubano Maikel Massó ganó su primera corona mundial entre cadetes, luego repitió en la categoría juvenil y comenzó a competir con adultos como un adelanto del futuro cercano que parecía le llevaría sin demora al estrellato.
El quinto lugar del certamen de orbe de Londres 2017 dejaba buenas noticias y una marca de 8.33 ese mismo año completaban el panorama casi perfecto, pero llegaron lesiones y otros inconvenientes… Se frenó lo que parecía era el lógico progreso.
Por suerte para Massó y el atletismo cubano desde hace unos meses quedaron atrás esas sombras. El santiaguero logró en días recientes llevar su máximo registro a 8.39 metros y comparte la tercera posición del ranking de la temporada.
«Me siento contento por los resultados que estoy obteniendo. Siempre enfocado se logran los objetivos y ya dejé atrás las lesiones que me han pasado factura en años anteriores», aseguró en un aparte con JIT en el Estadio Panamericano, donde había terminado una de las sesiones de entrenamiento junto a Juan Miguel Echevarría, figura principal de la especialidad en la Isla.
«El año pasado comencé con una meta, que era llegar a Tokio y lo logré. Creo que también conseguí la estabilidad y poco a poco estamos trabajando», añade convencido de que sus segundos juegos bajo los cinco aros serán diferentes.
Massó compitió en Río de Janeiro 2016, pero con 17 años y mucha menos experiencia. No llegó ni a los ocho metros y quedó en la etapa eliminatoria entonces.
«Tengo más edad, más experiencia, soy más maduro deportivamente y trabajo muy concentrado en las metas. Ser medallista sería el sueño, pero mi meta fundamental es llegar a la final y ya estando ahí tengo la fe de que puede pasar cualquier cosa… sé que va a pasar», adelanta respecto a lo que imagina para su presentación en la cita nipona.
No quiere hablar de marcas, sabe que esas salen solas y en el momento adecuado, pero se le “escapa” algo de las aspiraciones y habla de que 8.50 u 8.60 le convertirían en un muchacho eternamente feliz.
«Desde el punto de vista técnico he mejorado mucho en la carrera de impulso y en la terminación del despegue, le estoy dando más tiempo al primer péndulo y me apuro menos en el aire, que era un defecto que me sucedía mucho antes y perdía muchos centímetros», explica para justificar que no es inmaduro pensar en un registro de tal magnitud.
Lo cierto es que no solo técnicamente Massó es distinto, se nota mucho más concentrado en sus metas y la preparación, convencido del esfuerzo que necesita hacer desde ahora para lograrlas y sobre todo disfrutando su etapa como deportista de alto rendimiento y la unión con su colectivo, en especial con Juan Miguel.
«Somos buenos amigos y pese a la rivalidad deportiva nos apoyamos mucho, lo más importante por encima de todo es la amistad que tenemos», dice acerca del campeón mundial bajo techo y hombre de mayor responsabilidad por el atletismo cubano en Tokio.
En esa cita la Isla llevará tres hombres y lograr que los tres se incluyan entre los 12 primeros sería un sueño. «El apoyo es muy bueno. Desde que empecé a entrenar junto a Juan Miguel ha significado un estímulo adicional, me insta a ser mejor para estar al nivel de él y eso en Tokio será favorable. Ojalá los tres lleguemos a la final», asegura.
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