Por Eddy Luis Nápoles Cardoso
Desde épocas remotas los atletas han pretendido obtener ventajas en determinados eventos. Son conocidos varios “tramposos” en maratones olímpicos de principio del siglo XX, los que valiéndose de artimañas, trataron de recorrer menos distancias y entrar al estadio como héroes.
Está el caso de Fred Lorz, el supuesto vencedor de la edición de San Louis 1904, quien se valió del auto de un amigo para “adelantar” a sus adversarios, descubierta su trampa, el título pasó a Thomas Hicks, – y entramos en el meollo de la polémica – posiblemente este sea el primer “dopado” en la historia del olimpismo, ya que fue reanimado durante la carrera con una mezcla de estricnina y brandy.
Muchos se preguntan las causas actuales del doping, la respuesta es muy sencilla, está en el propio desarrollo del deporte contemporáneo, movido en un mundo cada vez más dependiente del dinero, donde el deporte se ha mercantilizado partiendo propiamente del atleta, como la principal mercancía. En este, están representadas las principales aspiraciones, reflejadas en las ganancias millonarias que le pueden ofrecer, los premios en metálico, el pago de primas y los contratos publicitarios, entre otros.
En épocas pasadas este flagelo estuvo motivado, en muchos casos por argumentos gubernamentales, vinculadas a una etapa conocida como Guerra Fría, desarrollada entre los sistemas políticos que predominaron con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo y el socialismo.
Ahora hecho este perfil introductorio, el tema en cuestión es, los cantos de sirenas que nos llegan desde Europa, donde la Asociación Europea de Atletismo (EAA) pretende borrar todos los récords mundiales que fueron implantados previos a 2005. Es indudable que actualmente se han incrementado los controles de doping, tanto por el Comité Olímpico Internacional, como por la Agencia Mundial Antidopaje, así como por las federaciones; revisiones que antaño eran esporádicas y poco confiables o inseguras; pero que seguridad hay en lo realizado con posterioridad a 2005, cuando la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo y hasta la propia Agencia Mundial Antidopaje, se han visto envueltas en escándalos relacionados con el ocultamiento de varios casos de doping.
¿Quién puede asegurar que actualmente se practica un deporte limpio y seguro de doping? Un dato revelador, en la lista de la IAAF, aparecen más de 50 casos de atletas y entrenadores suspendidos de por vida, donde unos 25 son posterior a 2005, lo cual demuestra que la balanza está equilibrada entre las épocas que la EAA ha tomado como la etapa oscura y denigrante del atletismo mundial.
Ahora, yo me hago la siguiente interrogante; ¿Borrar los récords, anular el pasado de un deporte será la solución del problema? Usted (la EAA) está echando en una misma bolsa a todos los atletas, está juzgando a todos por iguales, a los que siempre lo hicieron de forma limpia y a los que han sembrado la duda. Está tirando por la borda todo lo realizado en el atletismo en años de historia. Es como negar que hubo un Bob Beamon, que saltó 8 metros y 90 centímetros en México 1968, que tampoco existió un Mike Powell, que luego de casi 23 años, logró superarlo con aquel fenomenal 8.95 en Tokio 1991. Es como desconocer al inglés Jonathan Edwards, con sus 18.29 metros en salto triple o ignorar a su paisano el Lord Sebastian Coe, actual presidente de la IAAF, quien en su brillante época de atleta, logró dos topes mundiales en 800 metros, 1:41.73 minutos, el más duradero.
Sí, porque borrar el récord vigente de una especialidad, es como anular a los que los antecedieron o suprimir la historia del atletismo. Las informaciones circulantes, hablan de que la iniciativa parte de la Asociación Europea de Atletismo y que será presentada a la IAAF en julio próximo en el congreso de la entidad, previo al Campeonato Mundial de Londres, pero aunque sabemos que Europa ha “dictado” siempre el camino a seguir en cualquier tema, ya sea de índole político, económico y por supuesto, deportivo, más aun. Entonces, habría que conocer el criterio de las demás organizaciones continentales, la Confederación Africana de Atletismo (CAA), la Asociación Asiática de Atletismo (AAA), la Asociación de Atletismo de Oceanía (OAA), la Confederación Sudamericana de Atletismo (ConSudAtle) y la Asociación de Atletismo de Norte-Centroamérica y el Caribe (NACAC).
¿Quienes van a defender los 3:26.00 del argelino Hicham El Guerrouj en los 1500 metros; los 12:37.35 del etíope Kenenisa Bekele en los 5 mil metros; los 46.78 del estadounidense Kevin Young en los 400 con vallas; los 98.48 metros del checo Jan Zelezný en jabalina; los 2:15:25 de la británica Paula Radcliffe en la maratón; los 52.34 de la rusa Yuliya Nozova en 400 con vallas o los 2.09 de la búlgara Stefka Kostadinova en altura?, por citar algunos de los que pretenden ser borrados.
Se habla de marcas cuestionables de los años 80 y 90 del pasado siglo, es verdad, pueden ser cuestionables, pero el ser humano va evolucionando y superándose constantemente, eso lleva al logro en muchos casos de resultados cualitativamente superiores al resto, como lo fueron en su momento, el envío de 57.77 metros en el martillo de Patrick James, en 1913 o el salto de 8.13 metros en longitud de Jesse Owens, en 1935, ambos demoraron, 25 años en ser superados.
En lo que va del siglo XXI, también producto de esa constante superación humana, se han producido fenomenales marcas, ahí están los 9.58 y los 19.19 de Usain Bolt, en 100 y 200 metros; los 43.03 de Wayde van Niekerk, en 400 metros; el 1:40.91 de David Lekuta Rudisha, en 800 metros; los 12.80 de Aries Merrit, en 110 con vallas y los 9045 de Ashton Eaton, en decathlon, entre otros.
Pero, en años recientes se han superado marcas mundiales que parecían eternas; la posta femenina estadounidense de 4×100, marcó 40.82; la etíope Genzebe Dibaba, marcó 3:50.07 en 1500 metros, para ocultar los 3:50.46 de Qu Yunxia; otra etíope, Almaz Ayana, mejoró en 14.33 segundos, los 29:31.78 de la china Wang Junxia y la estadounidense Kendra Harrison, estampó un 12.20, borrando los 12.21 de Yordanka Donkova, en 100 con vallas y entonces……no es que yo ponga en duda estos resultados, todo lo contrario, nos ofrece argumentos para “dudar menos” de varios de los que pretende condenar al olvido la Asociación Europea de Atletismo.
En mi criterio personal, borrón y cuenta nueva al pasado, no es la solución al problema del doping, las soluciones son otras. La EAA como buena catedrática debe saber que se hace, … ante la duda, abstenerse.
Pienso que sí se puede dudar de los resultados actuales, porque cada época tiene otros métodos de entrenamiento, otras estrategias de competencia, pero también otros programas para doparse y para evitar los controles que los delatan, otro aspecto es que la posibilidad de comprar el silencio o la complicidad de dirigentes deportivos internacionales siempre ha existido y existirá.
Además tengo la impresión de que las explicaciones que se dan en el caso de algunos atletas es bastante simple. Pongamos como ejemplo el caso del lanzamiento del disco femenino: Yarelis Barrios fue sancionada por supuestamente haberse dopado o por lo menos haber presentado anomalías en un control, a pesar de que sus marcas no son tan exhorbitantes como para despertar sospecha de fraude, mientras que la famosa Sandra Perkovic estuvo supendida en el año 2011, por lo que no pudo asistir al mundial de ese año, pero su federación pudiera haber tenido tener buenos contactos con la otrora dirección mundial del atletismo, son los tiempos en los que como ahora se sabe, se hacía, y quizás sea por ello que su sanción terminó justo para posibilitarle una participación en los Juegos Olímpicos.
Actualmente está el caso de la ochocentista norteamericana Ajee Wilson que dio positivo en el invierno d este año y le anulan su récord continental, pero inmediatamente se aclara que la anomalía seguramente se debió al consumo de carne contaminada, o sea que no fue intencionalmente.
Mientras haya diferencia entre las medidas tomadas con atletas de diferentes federaciones se puede dudar de la justicia y sobre todo de la pulcritud de las marcas alcanzadas por algunos de ellos y es que según se cuenta actualmente es posible doparse sin ser descubierto porque las nuevas composiciones químicas son desconocidas en los laboratorios antidoping y estas se pueden adaptar a cada atleta con lo que se convierten en sustancias extrañas cuya procedencia se puede explicar con enfermedades, padecimientos y problemas de salud y si esta es única en un atleta, pues tiene la posibilidad de ser creíble.