yasmani copelloLos que no fueron a Beijing… por Cuba (primera parte)
Por: José Ramón Fabelo Corzo

A los muchos televidentes cubanos que siguieron, sesión a sesión, ese magnífico espectáculo que fue el Campeonato Mundial de Atletismo de Beijing debió haberles llamado la atención constatar en las listas de salida de diferentes eventos la presencia de un Yasmani compitiendo por Turquía, de un Yidiel haciéndolo por España, de un Yordanis representando a Dominica o de una Yadisleidy con la bandera de Italia al lado de su nombre. Demasiado arraigada está ya en la identidad del cubano actual esa tendencia altamente frecuente de nombrar a los niños utilizando la “Y” como inicial, como para no sospechar que esos atletas debían ser cubanos. La confirmación nunca llegó a hacerse explícita en la trasmisión televisiva, aunque ciertos giros narrativos empleados por los conductores a la hora de presentarlos, como la frase “representando a…”, en lugar del simple “de (tal país)” empleado para los otros competidores, seguramente otorgaron mayor certeza a las sospechas de los televidentes más suspicaces. Muy llamativo resultaba también que en el generador de caracteres de la señal original que llegaba desde Beijing apareciera reiteradamente, en cada competencia de los 110 metros con vallas, la bandera cubana y el nombre de un atleta que, siendo el líder mundial de la temporada, no estaba presente en el principal escenario donde debía validar ese liderazgo. Sobre este caso, demasiado evidente y reiterado, sí hubo algún comentario en la trasmisión, algo así como “sí es cubano, pero no ha competido este año por nuestra federación”; información necesaria, pero demasiado escueta para las preguntas que se hace cualquier cubano amante de su deporte.
No es nuestra intención con esto criticar a los conductores cubanos de esas trasmisiones televisivas. El problema no es en lo fundamental suyo. Lo señalado es apenas un botón de muestra de la complejidad de un tema que afecta al atletismo y a nuestro deporte en general y cuyo tratamiento sigue siendo difícil y espinoso, no sólo para los medios de comunicación, sino también para las autoridades deportivas de nuestro país.
En total 6 atletas cubanos acudieron a la cita de Beijing representando a otros países. De ellos uno, Yasmani Copello, llegó a ser finalista y obtuvo el 6to lugar para Turquía en los 400 metros con vallas, rompiendo en dos ocasiones el record nacional de ese país. Otros dos atletas nacidos en la mayor de las islas del Caribe pasaron a semifinales, Yidiel Contreras, por España en los 110 metros con vallas, y Libania Grenot, compitiendo por Italia en los 400 metros planos. Los otros tres atletas, Yordanis Durañona en triple, Lois Maikel Martínez en disco y Yadisleidy Pedroso en los 400 con vallas femeninos, representaron a Dominica, España e Italia, respectivamente, y no pasaron de las preliminares. Todos ellos obviamente cuentan ya con la autorización de la IAAF para representar a los países mencionados.

Al mismo tiempo, otros 5 atletas cubanos, que para tiempos del mundial se encontraban fuera de nuestro sistema nacional deportivo, podían por sus marcas haber asistido a Beijing, pero sólo si lo hubieran hecho representando a la Federación Cubana, debido a que ninguno de ellos contaba con la autorización para hacerlo por otro país. El caso más connotado es el de Orlando Ortega, quien con la mejor marca del año en el mundo en los 110 metros con vallas (12.94) hubiera sido fuerte aspirante a medalla en la cita mundialista. Los otros son Dayron Robles también en los 110 m/v, Alexis Copello en triple, Yariagnis Argüellez en salto largo y Yunier Pérez, corredor de 100 metros que, teniendo la tercer mejor marca en esa distancia entre los cubanos durante 2015, hipotéticamente hubiera podido integrar la posta cubana de 4 x 100, clasificada aunque ausente de la cita mundialista.
Estos últimos mencionados son los que tenían posibilidades de ir al mundial. Pero hay por lo menos una docena más de atletas cubanos que aparecen en los distintos listados mundiales de 2015 y que, aunque tuvieran la marca clasificatoria para uno u otro evento, no serían elegibles por Cuba para que la represente, por las normas internas que al respecto tenemos en nuestro país.
Es doloroso que hayamos perdido o estemos en proceso de perder ese potencial atlético. No es algo que pase sólo en el atletismo. Numéricamente, la salida por cuenta propia y por distintas vías de atletas formados en nuestro sistema nacional deportivo es mayor en otros deportes, como en el béisbol o en el voleibol. Pero, aun siendo menor en términos de cantidad, en el atletismo este problema es altamente incidente, por ser un deporte fundamentalmente individual, en el que un solo atleta representa la posibilidad de un lugar o una medalla.
Reiteramos que el asunto es complejo. Pero, siendo como es, un problema que mucho está incidiendo en el deporte cubano y que parece crecer por día, lo que menos debemos hacer es esquivarlo o minimizarlo. Hay que abordarlo frontalmente, reconocerlo en toda su dimensión, enfrentarlo con mucho realismo y de una manera verdaderamente revolucionaria, inteligente, con prevalencia de los intereses generales de nuestro sistema deportivo, pero buscando la mayor armonía posible entre éstos y los intereses personales de sus principales protagonistas, los deportistas; sin pensar que hay una sola fórmula válida para todos; propiciando que al realizar sus aspiraciones personales, aparentemente apartadas del sistema en que se han formado, los atletas que sigan su propio camino continúen aportando logros a su país, sin importar dónde vivan, con quién entrenen, en qué escenario se preparan. Salvando las distancias, ¿acaso no es más o menos eso lo que ocurre con algunos de los más afamados representantes de la cultura artística cubana actual? ¿Por qué no asumir la posibilidad de trasladar hacia el deporte, con las especificaciones que ese ámbito demanda, lo que ya nadie cuestiona en el mundo de la cultura y el arte?
Saludamos con optimismo dos decisiones inéditas tomadas en los últimos días: el regreso a su equipo de Cienfuegos del lanzador Norberto González y la reincorporación de Dayron Robles a sus entrenamientos en el Estadio Panamericano, abriendo la posibilidad de que el exrecordista mundial y único campeón olímpico del atletismo cubano en Beijing 2008 represente nuevamente a Cuba en Río de Janeiro. Ello es señal de algo se está moviendo en la dirección necesaria.
Mucho queda por andar en este camino. Pero el tiempo apremia. La vida activa de un deportista es relativamente corta y nuestro pueblo se merece que se le revierta en éxitos los esfuerzos materializados en la formación de sus atletas. Ha quedado atrás la época en que se tendía a demonizar ideológicamente a cualquier compatriota que decidía probar suerte en otros horizontes geográficos. Aunque con evidente retraso, en el deporte igualmente se camina en esa dirección. También en esta área deben superarse definitivamente los rezagos de la guerra fría. Vivimos por estos días en Cuba una añorada atmósfera de paz y reconciliación y, aunque siempre será necesario un análisis particularizado de cada caso, es ahora un momento oportuno para que el atletismo cubano intente recuperar para sí, en le medida de lo posible, a esos jóvenes atletas que nunca han dejado de ser su fruto.
(Continuará)