Hoy he vivido el mejor 12 de septiembre de mi vida; de toda mi vida, de la que he gastado y de la que me queda por gastar. Si les soy sincera, ahora mismo en mi mente no coleccionó recuerdos de otra vivencia relevante fechada en alguno de los veinticinco 12 de Septiembre que he alcanzado a derrochar; pero me queda claro que lo que mi mente guardó hoy, no pasará desapercibido para mí, jamás…

Hoy fui a Pinar del Río a ver a Yarisley Silva. Esta cubanita se ha convertido en una razón por la que hemos desandado toda clase de rutas. Todavía recuerdo aquella mañana de enero en la que nos fuimos al estadio panamericano y correteamos todos sus alrededores en aras de encontrar la célebre “loma” donde entrenaba; así fue nuestra primera vez de visita en  el estadio panamericano…(Ver “Crónica para un viernes 13”)

Hoy no fue diferente; nos fuimos a Pinar de Río, por primera vez. Eran las 6:30am y un camión esperaba para salir. En ese momento fue la luz que iluminó los primeros compases de la jornada en que acometimos la misión de llegar a la más occidental y ciclónica de las provincias de nuestro país.

“Pinar del Río 156 Km”, se leía clarito en la señalización de la autopista. Fue de lo primero  que vi cuando aquella “mole” de hierro echó a andar. Lo vi con claridad, lo observé  con paciencia; y saben…el detalle no era por la gracia de  mi memoria fotográfica sino un resultado directo de la velocidad con que comenzaba a transitar aquel bendito camión. Entonces supe de que se trataba aquello…

¡Tres horas y nada!…No podía faltar mucho, hacía bastante tiempo que habíamos dejado atrás el “misterioso pueblo que se ubica a la altura del KM 72 de la Autopista” o San Cristóbal, como le quieran decir…

Entonces, el problema de los glúteos entumidos por el tiempo de incomodidad sobre aquella tortuga con ruedas se volvió intrascendente cuando la cobertura dejó de existir.  El móvil, divino aparato, primero quedó “sin servicio “ y luego nos atacó el síndrome de la desilusión cuando resonó “el móvil que usted llama está apagado o fuera del área de cobertura”. Todo aquello en acción, Pinar, al fin, ya a la vista y nosotros sin saber de Yarisley, de su casa. Sin saber, en fin, qué hacer….

A esa altura de los acontecimientos y poniendo nuestros pies por primera vez en suelo pinareño lo último que nos invadió fue el pánico. Nos bajamos y allí quedamos varados; dos habaneros en un lugar jamás visto.. ¿habaneros?, Si habaneros, allí éramos habaneros; ya estábamos allí prestados, imagínense entonces si teníamos que ponernos a pensar en que veníamos de un lugar donde también estamos a préstamo…

Marqué y otra vez la desgraciada mujercita con su balde de agua fría…“el móvil que usted llama está apagado o fuera del área de cobertura”. Alíen (mi compañero en esta aventura), tan fresco y  mucho menos dramático, de lo que es habitual en él  me dijo; nada, vamos a las tiendas y viramos para atrás…

Piensen por  un momento en aquel panorama, encolericé conmigo misma…, ir a Pinar para visitar las “tiendas”..y pa´ colmo, sin dinero…

¡Navas!, recordé al entrenador de Yarisley y  lo llamé. Está claro que solo fue para advertir sobre mi presencia, porque aguardé a fuera él quien se vistiera de héroe y asumiera como tal ante Cubacel. Un minuto después apareció su llamada y contesté orgullosa. Orgullosa de haber contactado con él y orgullosa de hablar por mi teléfono, creo que es la tercera vez que lo hago; todas a costa de quien se proyecte del otro lado de la línea.

Con el profe averiguamos qué hacer y con el “amarillo” de la parada nos ubicamos en tiempo y espacio. Investigamos dónde estaba la terminal y la piquera de los coches. Primero enrumbamos nuestros pasos hasta  la terminal, de Ómnibus Nacionales, teníamos claro que el regreso tenía que ser en guagua; otras tres horas en camión no me habrían dejado hacer este cuento…. Nos anotamos en la lista de espera de La Habana y arrancamos a buscar la casa de Yarisley. En medio de todo aquello la muchacha había encendido el teléfono y nos llamó; estábamos en el baño, un baño que acababan de fumigar…no sé ni que más nos podía pasar, pero tomé la llamada y todo quedó claro..

Había que ir para un edificio rosado, cerca de “tal lugar”  esa era la señalización que nos dio la subcampeona de Londres…teníamos los datos, ahora tocaba preguntar…Pinar era desconocido para nosotros…

En la piquera de los coches fue donde conseguimos la información. Nos subimos en  aquello, que más que un vehículo de tracción animal parecía una carroza. Pero bueno, allí estábamos y en el camino correcto íbamos… Lo que buscábamos no estaba lejos y ¡surprise!, lo primero que había era un edifico rosado; justo lo que necesitábamos, o, lo que creíamos necesitar.

Lo atacamos de arriba hacia abajo pero nada. Tiro garra al móvil y saben quién apareció…. La desgraciada mujercita de “el móvil que usted llama está apagado o fuera del área de cobertura”, otra vez…

Peinamos la zona, no había nada rosado o que pareciera rosado por allí, y tampoco había nadie en todo aquello, al menos no alguien con cara de ser el indicado para preguntar…

Doblamos y nos metimos entre dos edificios y en eso salió un muchacho…ya no había opciones, a ese mismo había que interrogar: ”Buenos días amigo,  de casualidad por aquí vive la muchacha que fue plata en Londres en la garrocha”.
Si…
¿Si? -Y lo encandilé con el destello de mi mirada….-
“Yo no soy de por aquí, pero mi tía me dijo que se habían mudado para aquel edificio (al frente de donde estábamos parados); no sé en qué piso es pero es en ese…

Bendije la cualidad del cubano de saber de muchas cosas a la vez y pensé ¡Qué importa el piso!…

…y avanzamos…Alien salió delante, y fue directo a un primer piso donde había un señor sentado en el balcón y le dijo…

“Buenos días, ¿Yarita está?”

Yarita..Si…Yarita, te buscan….

Yo no sé como él supo que era allí pero en fin era allí….Era la casa de la subcampeona y sin tiempo para  asimilarlo ella apareció.

La abrazamos y nos hizo pasar, antes le di el otro abrazo, el mío, porque el primero lo llevaba por encargo de Wilmer, un amigo de los que –como yo- siempre confió en que en Londres ella conseguiría ese aval que necesitaba para asumir públicamente  nuestra ya establecida denominación de Princesa …

Después nos sentamos a hablar…Yarisley estaba tranquila, no había dormido pero estaba feliz…Nosotros también, y conversamos del fallo sobre 4.45m, de la premiación, del Príncipe de Mónaco, de la Liga del Diamante, de Jennifer, de Fabiana, de Yelena, de Europa, de su agarre, en fin…de la pértiga y de ella y de todo…

Y no faltaron las fotos (les dejaré algo por aquí) y me atreví a sostener la medalla olímpica; y pude con ella, lo recalco porque amigos, yo nunca había visto una antes pero les puedo asegurar que la de Londres, una plata de Londres, pesa bastante…
Le pedí que firmara una foto que le enviaré a una amiga rusa como gratitud; como intercambio…ella hace poco más de dos meses me envió los retratos autografiados de Chicherova, Savinova y otros más…

Entonces, como si mis alegrías se empeñaran en no tener fin, se apareció Yarisley con su dorsal….El dorsal olímpico que la identificó en Londres, ese mismo cartelito que traía pegado a su uniforme mientras saltaba con limpieza hasta igualar lo mejor de su vida  y  que fue  su cómplice durante  la consecución de esa plata histórica bajo los cinco aros era para mí…Sin palabras me quedé y fíjense, que cuando se trata de la pértiga yo suelo tener siempre  algo que decir, pero por esta vez me reservé el momento, y la volví a abrazar.

Mientras, su mamá no paraba de llamar a todo el que pasaba cerca, a todos nos presentaba como los muchachos que siempre confiamos en su hija. El papá de Yarisley llegó al rato, y tenía la extrema curiosidad de conocerme, según dice Magalys (la mamá de Yarita) no paraba de decir que yo era quien le había dicho a su hija que debía empezar en 4.50 y tal…Ella estaba feliz y se le notaba que el orgullo no le cabía en el pecho…yo estaba feliz, Alien estaba feliz, Yarisley estaba feliz…tanto que nos costó la vida salir de allí para regresar…

Querían que nos fuéramos con ellos para el barrio antiguo de Yarisley, donde,  desde las dos de la tarde  estarían de “carnaval” para hacerle un recibimiento …Confieso que nos gustaba la idea pero había deberes que cumplir…Por eso, solo por eso, dejamos atrás todo…y nos despedimos de todos y de Yari en la parada de la guagua, ella se empeñó en acompañarnos hasta allí …

Ya para las dos de la tarde estábamos nosotros instalados en la guagua Pinar –Habana. El camión y las tres horas pasaron a ser dos y en Yutong..La diferencia no tengo que explicárselas aquí, quizás hasta deberían probar….

De la experiencia esto es lo que puedo decir…y les aseguro que es única, por eso les digo que jamás se me va a olvidar…

De Yarisley les cuento que ha crecido mucho como atleta, que es una gran persona y que está completamente lista para empeños mayores….

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