Hoy no me dormí en el viaje de regreso. Cosa rara, cuando te levantas a las cinco de la mañana todos los días y pasas toda tu jornada laboral frente a una computadora. Más rara aún, siendo viernes.

Hice el esfuerzo y me peleé con Morfeo porque quería ver las reacciones de La Habana tras el partido entre Portugal y España en el Mundial.

En cada esquina se hablaba de fútbol. Se criticaba a Portugal, que merecían perder. También se alababa a Isco y se satanizaba a De Gea. Messi tampoco podía faltar. Mañana – decían- tiene que meterle tres o cuatro a Islandia.

Tampoco faltaban los clásicos insultos al ariete luso. Cristina –decía-. Penaldo –decían. Las cosas de siempre.

Pero es que el fanatismo es tan que alguno ha llegado a decir que Cristiano ha metido tres goles sin mucha trascendencia. Igual se ha echado el equipo al hombro, y lo ha salvado de la derrota.

Portugal no es candidato a mucho en este mundial, pero hoy Cristiano le ha metido tres goles a España, un equipo que sí está entre los favoritos.

Cristiano le ha endosado tres a David de Gea, un tipo que clasifica entre los mejores arqueros del mundo, aunque hoy se haya equivocado.

Cristiano ha metido tres hoy, los mismos que acumulaba en sus tres participaciones mundialistas anteriores. Ha metido tres y se ha reafirmado como el mejor jugador histórico de su selección y ya es uno de los cuatro del mundo que han logrado marcar en cuatro mundiales.

Los tres de hoy le llevan a igualar con 84 goles a Ferenc Puskas (Hungría) como el segundo máximo goleador de todas las selecciones. El primero es Ali Daei, 109, con Irán. Inalcanzable.

El fútbol nos ha poseído. Los parques y esas esquinas en las que siempre se jugó y -se habló de-  fútbol,  quiebran sus índices históricos de congregación. En aquella cancha de baloncesto que colinda con el muro de la refinería Ñico López en el Municipio Regla, en la que se juega al baloncesto cada tarde, hy ha sido tomada por el fútbol. Hay gente, mucha gente vistiendo las camisetas del luso, incluso he visto alguna equipación de este mundial, y hasta hay personas, de las de más edad, de las que crecieron en los buenos tiempos de la pelota aquí, filosofando sobre Messi, el Madrid y sobre el fraude fiscal en el que a menudo caen los futbolistas

En medio de todo, veo a un niño que toma carrera de impulso y juega a saltar largo (como Juan Miguel Echevarría) con sus amiguitos.

No todo está perdido, pienso, aunque en esta jornada estaba justificado festejar porque Cristiano, a sus 33 años, finalmente se ha parecido a Ronaldo.

(Tomado de CubaxDentro)