Los Campeonatos Mundiales de Atletismo de pista cubierta concluyeron su edición número 14 en la pintoresca ciudad turca de Estambul en la tarde-noche de este 11 de marzo.

Edición de calidad competitiva en la que solo Britney Reese (salto de longitud), Bernard Lagat (3000m) y Verónica Campbell – Brown (60m) salieron victoriosos en la defensa de su corona. Matizada, además por la consecución de récords mundiales en varias disciplinas y envuelta en polémica debido a dificultades en la arrancada de eventos de pista; de las cuales los atletas dieron múltiples declaraciones mientras la IAAF negaba categóricamente la existencia de irregularidades en el “start”.

Fueron solo tres días, lástima, porque se disfruta, incluso sin contar con la información visual del asunto, se disfruta.

Estambul pone fin a la temporada invernal para la mayoría de los atletas, quienes iniciarán un período de reorientación de su planificación hacia el objetivo cumbre de esta temporada; Londres y sus Juegos Olímpicos.

Bienvenido el periplo de redefinición porque es necesario, sobre todo para  los cubanos, que nos marchamos de Turquía cargando en hombros el peso de  la peor actuación histórica de la Isla en estas lides del orbe; en las trece anteriores habíamos alcanzado, al menos,  un subtítulo.

Finalmente el puesto 25 del medallero fue nuestro y pese a ser uno de los 28 países que pudo acceder al podio,  entre 172 naciones participantes, no creo que sea motivo para celebración alguna.

Una medalla de bronce fue todo lo que recogió la delegación de la Mayor de las Antillas en su incursión  de pista cubierta. Preocupante proyección porque salvo por Dayron Robles – y a diferencia de buena parte de los países allí representados- nosotros sí llegamos hasta allá con lo mejor que tenemos en cada una de las disciplinas que nos representaron en dicho evento.

Ahora, está claro que no podíamos esperar a nada mejor. Todos los cubanos compitieron por debajo de sus resultados históricos e incluso por debajo de los resultados que tenían esta temporada y así no se gana nada, no al nivel en que se compite actualmente en el mundo.

Me permito el espacio para reconocer a Mabel Gay; dueña de la medalla de la honra. Esta muchacha siempre es así, siempre da la cara  aunque ha quedado como una eterna promesa visto desde el punto de vista de que ganó en 1999 el Campeonato Mundial de Jóvenes (sub 18) y en 2002 también se impuso en idéntico evento para la categoría  Junior (sub 23), luego su resultado no ha avanzado mucho más. Pero la aplaudo, nos salvó de una debacle que pudo ser mucho peor.

Por puntos terminamos en la oncena posición, 21 unidades como resultado directo de 1 tercer, 1 cuarto, 1 quinto y  3 séptimos lugares.

Estados Unidos fue rey absoluto  y dominó a placer con 172 unidades y 18 medallas (10 oro-3 plata -5 bronces).

Estambul nos dejó  $ 24 000 USD como retribución para la actuación nacional que ya entra en la historia como la más discreta.  Es un valor que, aunque no sé si es capaz  de saldar los gastos de participación, estoy plenamente segura de que se vuelve efímero a la hora de buscar aliviar el sabor  amargo  que nos ha quedado por  lo que pudo ser y no fue. Además de que clavó la duda sobre qué será de nosotros en los cercanos Juegos Olímpicos.

En fin que Estambul nos deja sensaciones poco gratas que no tendrán reversa hasta tanto que no haya un vuelco total solo posible a base de resultados que, sinceramente ahora, presa del pesimismo,  no espero.. .