Por: Eleonora Giovio/El País
Allyson Felix tiene 33 años y seis oros olímpicos, los últimos dos en Río 2016. El año pasado decidió ser madre. Su hija (Camryn) nació en noviembre, prematura de ocho semanas. En mayo, Felix se unió a las denuncias de discriminación de más compañeras y en una tribuna publicada en The New York Times contó que Nike le había ofrecido un nuevo contrato a la baja (un 70% inferior al anterior, que terminó a finales de 2017) tras decidir ser madre en 2018. Pidió garantías de que no sería penalizada si rendía por debajo de su nivel en los meses anteriores y posteriores al parto. La respuesta fue negativa.
A finales de julio, tras volver a competir por primera vez en 13 meses, Felix puso fin a las negociaciones con Nike para un nuevo contrato y firmó con Athleta, una marca de ropa deportiva que nunca había patrocinado a atletas. Meses después de aquella denuncia pública, Felix ha ganadola batalla. Su voz ha sido escuchada. El viernes publicó en Instagram una carta que le envió el vicepresidente de márketing global de la marca para anunciarle una nueva política contractual no discriminatoria.
“Nuestras voces son poderosas”, tituló su post Felix. Y tanto. Nike se ha comprometido, según el correo fechado el 12 de agosto, a proteger y no discriminar a las atletas que decidan ser madres. “Si la atleta queda embarazada, Nike no puede aplicar ninguna reducción relacionada con el rendimiento (si se diera el caso) por un período consecutivo de año y medio, comenzando ocho meses antes de la fecha del parto. Durante dicho período, Nike no puede rescindir ningún contrato si el atleta no compite debido al embarazo”, se lee en el correo firmado por John Slusher.
“Nike se ha unido oficial y contractualmente para proporcionar protección a las atletas mujeres que patrocinan y que ya no serán penalizadas económicamente por tener un hijo. Estoy agradecida a John Slusher y Mark Parker por su liderazgo y su deseo de guiar a Nike como compañía que cree que somos más que atletas. Gracias a las marcas que ya se han comprometido. ¿Quién es el próximo?”, escribió Felix.
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La nueve veces medallista olímpica (seis oros y tres platas; a los que hay que sumar 16 metales más en Mundiales) no se calló a la hora de denunciar la discriminación de la que había sido víctima. “Las atletas tenemos demasiado miedo de decir públicamente que si tenemos hijos corremos el riesgo de que nuestros patrocinadores nos recorten el salario durante nuestro embarazo y después. Es un claro ejemplo de una industria deportiva donde las reglas están hechas mayoritariamente por hombres”, escribió en su día en The New York Times. No se conoce ningún caso relevante de deportista varón que se haya cogido una baja por paternidad.
“Si yo, una de las atletas más comercializadas de Nike, no puede conseguir esas protecciones, ¿quién podría?”, concluía Felix. Alysia Montaño, también olímpica, denunció que su deseo de ser madre le dejó con una considerable reducción de sueldo y sin permiso de maternidad. A Montaño se sumó la también corredora olímpica Kara Goucher y más de otra docena de atletas, agentes y gente familiarizada con la multinacional de ropa deportiva.
El caso de Blanca Manchón
El asunto llegó hasta el Congreso de Estados Unidos, donde dos legisladores pidieron al director ejecutivo de Nike, Mark Parker, que aclarara la postura discriminatoria de la empresa. Ante las quejas, Nike aseguró en mayo que pondría en marcha una nueva política que establecería salarios estándar para las atletas durante sus embarazos y reconoció que la compañía podía “ir más allá”. Unos meses después ha formalizado su compromiso.
En España, Blanca Manchón —olímpica de vela, ya clasificada para los Juegos de Tokio 2020— también denunció que sus patrocinadores desaparecieron cuando les comunicó el embarazo. Tuvo que terminar pidiendo dinero a sus padres para poder competir y luchar para clasificarse para los Juegos después de tener un hijo. “Nike y Emasesa, con los que llevaba años vinculada, me felicitaron cuando les conté que estaba embarazada. “¡Supermami, me decían!”. Pero luego, cuando se acercaba el momento de ingresarme el dinero, el material no le llegaba. Y cuando había que renovar el contrato, o no cogían el teléfono o buscaban excusas”, contó a este periódico.
“En mi deporte tienes que planificar las cosas con mucha antelación por los viajes y la logística. Estaba con el bombo de nueve meses y planeando la siguiente temporada y nadie me cogía el teléfono. Mi embarazo se definió como incertidumbre profesional… De Emasesa nunca más supe nada, Nike me dijo que no sabían cómo encajar mi deporte en su marca, que lo habían intentado, que lo sentían, pero nada”, relató. Perdió 40.000 euros. “No tenía nada… porque un año que no compites es un año que no ingresas y yo contaba con el dinero de los patrocinadores para mi siguiente ciclo olímpico. Fue muy, pero que muy duro”.
Pienso que Nike como toda empresa de renombre que «vive» de la publicidad no quería quedar en evidencia públicamente, pero la supuesta victoria de Felix solo es un triunfo parcial que conllevará a que se buscarán otros métodos para hacer lo mismo. Para ello trabajan en esos consorcios un sinnúmero de abogados que quiebran o por lo menos tuercen las leyes para garantizarles ventaja. Pienso que con Felix se confiaron y le dieron la posibilidad de litigio,pero otra vez no se dejarán sorprender.
En el capitalismo, el dinero manda y el que lo tiene hace la ley. Una posible solución será no contratar a mujeres por tiempo indefinido o con una cláusula que les prohiba tener hijos durante un determinado período.
En la antigua RDA creo recordar de una entrevista de Heike Drechsler, la doble campeona olímpica en salto largo, que contaba haber tenido problemas por no haber «pedido permiso» antes de salir embarazada.
Por otro lado, en realidad una atleta embarazada no realiza el trabajo por el que la contrataron, esto es correr, saltar o lanzar, pero sobre todo lucirse en público con los atuendos de la marca que le paga, y en cuanto surgen atletas jóvenes con potencial mediático, no les hace falta una Alyson Felix que tampoco se clasificó para el mundial de Doha.
Según el código laboral una mujer no puede ser discriminada por un hecho tal, en este caso, no puede ser despedida por maternidad, pero siempre se buscarán posibilidades que hacen difícil impedir el despido. Al final para no tener un litigio público le pagan una indemnización con clásulas de completa discreción, bajo amenaza de que si no las cumple se pueden ver nuevamente ante un juez, pero esta vez en el banquillo como acusada.
Pudiera imaginarme que en su caso, quizás sea lo que persiga, porque es el típico «american way of life»: acusar y procesar para lograr una indemnizacióny la mayoría de las veces funciona.