EL RECIENTE regreso del vallista corto cubano Dayron Robles a la competición internacional ha despertado las más disímiles opiniones e interrogantes, muchas veces manejadas con clara hostilidad en medio del ambiente orquestado contra el movimiento deportivo cubano.
No es casual que el bombardeo mediático se haya generado desde puntos de vistas que no siempre tuvieron en cuenta las razones esgrimidas por las autoridades del atletismo de Cuba para considerar inapropiado su comportamiento tras renunciar al equipo desde el que saltó a la élite.
El campeón olímpico en Beijing´08 y recordista mundial entre ese año y el pasado 2012 estuvo aquejado de molestias físicas en las últimas temporadas, y las mencionó entre las causas que le llevaron al retiro.
Según sus propias declaraciones, otra fue haberse sentido desencantado por el trato recibido por parte de los directivos cubanos, y tuvo intenciones de abandonar la selección antes de los Juegos Olímpicos de Londres´12.
Actualmente se encuentra afiliado al club AS de Mónaco, e insiste en que su actitud no viola ninguno de los reglamentos establecidos por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF).
Sin embargo, si bien es cierto que puede ampararse en artículos aprobados por dicha entidad, otra lectura del asunto le coloca como violador de valores éticos que trascienden los análisis destinados al terreno meramente legal.
¿Qué tiene que decir la Federación Cubana de Atletismo ante los argumentos de un Dayron proyectado como su víctima?
Con esa interrogante acudió JIT al encuentro del bicampeón olímpico Alberto Juantorena, quien la dirige tras encumbrarse como fruto de un sistema deportivo que lejos de creerse perfecto puede ufanarse de ser íntegramente nacional.
El atleta asegura que no desearía competir por otra bandera que por la cubana. ¿Cómo se conjuga esto con su petición personal de abandonar la selección nacional?
Creo que al tema Dayron ya le hemos dedicado demasiado tiempo, pero de todas formas vamos a compartir contigo y los lectores algunas ideas.
¿Cómo puede el atleta decir que no va a competir por otra bandera si abandona la suya y pide la baja de la selección nacional, se afilia a un club de otro país e incluso sugiere que en un futuro podría competir por ese país si Cuba no acata sus condiciones?
Eso es algo contraproducente y lógicamente inadmisible.
Él pidió la baja de la selección nacional y por eso pierde la membresía de la Federación Cubana de atletismo, ya no es miembro de nuestro movimiento.
Se habló con él en varias ocasiones tratando de persuadirlo para que no tomara esa decisión, incluso desde antes de los Juegos Olímpicos de Londres quería dejar el deporte y yo y el vicepresidente de actividades deportivas Jorge Polo nos reunimos y conversamos con él, tratamos de darle razones para que no tomara ese camino.
Tenía unas ideas peregrinas de crear una escuela de vallas, paralela, independiente de la Federación Cubana, y le explicamos que eso no era posible.
Respecto a la atención, sí se le brindó, y de manera permanente.
Se le ayudó con las peticiones que el país podía resolver, sin desafiar la lógica ni desconocer que hay miles de personas en Cuba, me refiero a técnicos, médicos, científicos, investigadores, profesores, militares, entrenadores y deportistas que nos han aportado muchas más alegrías, beneficios, tranquilidad y prestigio que él, y sin embargo siguen teniendo la modestia que caracteriza a nuestro pueblo.
Es infantil y populista su argumento de que nunca abandonó al pueblo de Cuba. ¿Cómo piensa defenderlo ahora desde la Francia del Arco de triunfo y la Torre Eiffel?
Si quiere competir por un Club o cuando corresponda, según el Reglamento IAAF por otro país, que lo haga. Es su decisión y la del club o país que lo acepte, pero por Cuba, repito, no podrá competir más.
Nunca olvido la frase de mi amigo de siempre, el gigante Teófilo Stevenson, quien resumió con su sabiduría y sencillez habituales el sentir de un verdadero atleta: «Yo no cambio a mi pueblo por todo el oro del mundo».
Ese principio junto a los logros que obtuvo en el boxeo le llevaron a la inmortalidad solo reservada a los grandes.
¿Faltó atención ante sus lesiones?
Siempre contó con atención priorizada, comprensión a sus padecimientos y ayuda permanente. Su equipo personal lo conformaban un médico, un fisioterapeuta, un sicólogo y su entrenador. Cada vez que requirió cualquier tipo de análisis o pruebas por lesiones o sus problemas de visión y auditivos fue atendido por los mejores centros y especialistas del país, entre ellos el prestigioso Dr. Rodrigo Álvarez Cambra.
Es algo bien conocido y demostrado que contamos con un sólido sistema médico a disposición de nuestros deportistas.
Recuerdo que en los Juegos Olímpicos de Londres´12, cuando no pudo continuar su carrera, y ante la oleada de críticas que formularon decenas de miles de aficionados, suspicaces aún por su descalificación el año anterior en el mundial de Daegu, nuestros médicos, pese a conocer lo que tenía, lo llevaron al hospital de la Villa Olímpica, que contaba con equipos de tomografía de alta resolución.
El resultado de esa prueba confirmó en detalles lo que se pensaba, una ruptura leve (grado 2) de la porción larga del bíceps femoral derecho y distensión en la zona central del recto femoral derecho (grado 1).
El diagnóstico lo dimos a conocer de inmediato para evitar que continuaran las especulaciones en contra del atleta.
¿Qué hay de cierto en cuanto a posibles deudas económicas contraídas con él?
Es una total mentira afirmar que le debamos dinero.
No tenemos ninguna deuda con él, siempre recibió los porcientos estipulados para los premios que entran por los bancos.
Esa es una regla de nuestro sistema y se cumplió, no siempre con toda la premura que hubiéramos deseado, porque es imposible desconocer el vía crucis en que se convierten las transacciones bancarias hacia Cuba por causa del bloqueo de Estados Unidos, que limita la rapidez de esos trámites, una de las realidades que afrontan Cuba y su deporte, de la cual nadie habla y muchas veces se omite por conveniencia.
Recuerdo que también recibió como estímulo, luego de su medalla de oro olímpica en Beijing´08, un automóvil Peugeot, una casa en Guantánamo, su provincia natal, y estaba planificado entregarle otra en La Habana.
En ocasiones se acusa al sistema deportivo cubano de secretismo. ¿Por qué no se divulgaron algunas de estas u otras realidades en otros momentos?
Con este tema no ha existido nada de secretismo, solo que hay detalles que no tenemos por qué hacer públicos, cuestiones internas y no de principios. Por ética no siempre debemos dar a conocer todo lo que ocurre en la vida de nuestros atletas, ese es nuestro deber.
También es innegable que cuando un atleta se convierte por sus resultados en una figura pública debe asumir que además de derechos tiene deberes con su Federación y su pueblo.
Esa realidad nos impone la obligación de tener más informada a la población sobre algunas cuestiones que pueden motivar opiniones erradas o malintencionadas.
O sea, sin faltar a la ética, tenerle más al tanto sobre el acontecer de las grandes figuras y del deporte en general, como forma de evitar la desinformación.
Fuera de lo conversado hasta ahora surge otra interrogante: En los tiempos más recientes exponentes de otras disciplinas se han insertado en clubes o ligas internacionales. ¿También será una estrategia a tener en cuenta para el atletismo?
Todas las federaciones no son iguales, y hasta este momento no hay cambios en las reglas que tenemos para el atletismo. Cuba no otorga transfer.
Es posible que en un futuro se apliquen variantes que ayuden al desarrollo de nuestros atletas, pero siempre en estrecha vinculación con los intereses de desarrollo, con la protección del atleta como prioridad.
Las decisiones que se tomen siempre respetarán el deporte socialista cubano y se aplicarán cuando se aprueben, no por presiones, opiniones parcializadas y mucho menos por imposiciones. Eso es algo que debe quedar bien claro.
Hay personas que nos critican por nuestra intransigencia ante este tipo de cuestiones, pero eso lejos de molestarnos nos satisface.
Somos coherentes con nuestro pensamiento, no cambiamos de opinión por tendencias o presiones que desconocen las deformaciones que muchas de esas prácticas han provocado en los países y su deporte.
Pensamos que la solución a los problemas que afrontamos, que son reales y no podemos desconocer, tienen que basarse en primer lugar en medidas e iniciativas que se deben aplicar en el país, en los territorios, aquí en Cuba, donde están la cantera de atletas, las escuelas deportivas, el sistema. Esa tiene que ser nuestra principal prioridad, pues nos dará la posibilidad de hacer sustentable y desarrollar aún más el atletismo.
Pensar que la única vía de solución es la entrega de los atletas a los equipos de países ricos es un error. La solución tiene que ser integral e inteligente, no simple y altamente riesgosa.
En el deporte, a pesar de lo que algunos digan o piensen, no estamos cruzados de brazos. Trabajamos fuertemente para eliminar los obstáculos que frenan el desarrollo y tenemos la convicción que solo brinda el estar enfrascados directamente en una tarea que pronto dejará ver resultados y beneficios.
Esos los dedicaremos y los recibirán como justo reconocimiento los que han decidido estar al lado de la verdad y de la modestia.
(Tomado de JIT)
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